martes, 4 de mayo de 2010

Martes por la noche. Luces apagadas, música de fondo....y acción! Cambia su pijama por un billete de ida y vuelta a la sala de espera de un loquero bigotudo que tararea canciones de Lou Reed mientras mastica un chicle ya gastado. No tiene claro su objetivo pero espera poder dibujarlo en la libreta cuadriculada que metió en su mochila tan sólo dos horas antes. ¿Qué quería soñar aquella noche? No importaba...de todas formas, acabaría subiendo las persianas con la resaca de haber perdido el tiempo bajo la mesa de la terraza. Por suerte, ha empezado el buen tiempo y no tiene que preocuparse por coger un jersey. La última vez casi logra subirse a hombros de ese tipo alto y fuerte que le prometió acercarla al cielo. Pero le interrumpió el ruido de la cafetera agitándose en la cocina. Basta de donuts azucarados. Ella sólo quiere un desayuno con diamantes. Como en las buenas familias, ésas con cortinas floreadas y manteles bordados. Y qué más da si suman tres o cinco, al fin y al cabo, todo son números impares....y qué importa un número cuando tienes a todo tu público esperándote impaciente. Apenas se ha puesto el rimmel y ya se escuchan voces coreando su nombre al unísono. ¿Demasiado pronto? Lo dudo. Lleva toda su vida esperando este momento.

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