Tengo tantas ganas de conocerte, que a veces creo que te veo.
A veces, te veo en otros.
Te pongo caras, cuerpos, voces.
Intento encajarte.
Me ilusiono con espejismos de ti.
Y te voy construyendo por fascículos.
Hasta que entiendo que no.
Que tú no cabes en esos cuerpos.
Que esas no pueden ser tus manos.
Que tu voz retumba más allá de las 3 cervezas de cortesía.
Y comprendo que ese tampoco eres tú.
Que a ti no te toca llegar todavía.
Que ahora van a ser todo distracciones hasta que deje de pensar en ti.
Entonces aparecerás.
Cuando me haya cansado de buscarte.
Cuando me haya agotado de intentar reconocerte en palabras y gestos que sólo se parecen a los tuyos.
Cuando mis ojos estén hartos de permanecer abiertos.
Cuando ya no pueda verte.
Entonces aparecerás.
