lunes, 28 de febrero de 2011

cuestión de plumaje





¿Cuánto falta? ¿Hemos llegado ya? Está claro que no. La carretera de la esperanza está colapsada estos días y ya no nos importa tanto la carabana como el tener que pagar peajes. Y ahora encima reducen la velocidad máxima. Sí, hombre, ¿y qué mas? Sí, ya sé, no es una carrera, pero alguien se merece ganar o empezaré a pensar que nos ha mirado un tuerto. O peor: nos han echado un mal de ojo... ¿qué tendrán los ojos que, de una manera u otra, siempre acaban implicados en la mala suerte ajena? El poder de la mirada, supongo, ya lo decía Platón.

De Platón a Lennon y tiro porque me toca. La dosis exacta de peace&love que ayuda a pasar del domingo al lunes sin demasiados traumas. Los justos.

Y luego no puedo dormir por culpa de un cisne negro que ha perturbado mi sensibilidad. Sobre todo porque intuyo que ese cisne no solo forma parte de una ficción lejana a mi mundo, sino que está un poco dentro de todos. Y como no me atrevo a pensar en el mío, no vaya a ser que le dé por salir a saludar, me entretengo reflexionando acerca de la figura en sí...sin mojarme demasiado, que en este lago también somos demasiados.

martes, 22 de febrero de 2011

¿próxima parada?


Tanto relativismo nos está dejando en pelotas. Pronto no nos va a quedar nada a lo que agarrarnos. No vale la pena mojarse. Las verdades se desvanecen como se deshoja una margarita y poco a poco el suelo se resquebraja bajo nuestros pies. Peor aún: se convierte en arenas movedizas que nos conducen de aquí para allá, nos marean y nos sueltan al vacío, donde nada importa lo suficiente como para necesitar un paracaídas.

Nos hemos subido a un tren abarrotado en el que todos los pasajeros pagamos nuestro billete en su día, pero nadie sabe decir por qué ni a cambio de qué. Ninguno se atreve a preguntar y mucho menos a bajarse del tren, bien por miedo, bien porque piensan que si los demás no bajan por algo será. Y ahí seguimos.

Llámenme cotilla, pero yo lo que quiero es ver la cara del conductor.

domingo, 20 de febrero de 2011

No protestarás


Bueno, parece que no todo está perdido. Llevo varios días descubriendo blogs, artículos y grupos alternativos que proponen nuevas formas de protesta y de reflexión acerca de los tiempos que nos ha tocado vivir. La mayoría de ellos impulsados por jóvenes anónimos, hartos de quedarse de brazos cruzados ante la evidencia de que el caos que se avecinaba se está haciendo presente y que la crisis de valores de que todo el mundo habla quizá es más grave de lo que algunos pensábamos.

Llegados a este punto, me pregunto hasta dónde seremos capaces de llegar. ¿Cuál va a ser el resultado de esta aparente toma de conciencia? ¿Tiene nuestra indignación el peso suficiente como para impulsar alguna reacción merecedora de mención? ¿De verdad vamos a movilizarnos? ¿Vamos a atrevernos por fin a pasar de las palabras a los hechos? Permitidme que lo dude o, mejor dicho, que no me fíe. Que si algo nos caracteriza a los españoles es nuestra afición a las quejas, reproches y lamentos aleatorios, lanzados al viento con la misma facilidad con que se tira la cáscara de un cacahuete. Lo que sigue a todas nuestras protestas suele ser la nada; ante una injusticia se nos enciende la alarma, “no, yo no tengo por qué aceptar esto”... y luego ¿qué? Muy pocos son los valientes que dan el siguiente paso. Ni siquiera una servidora se siente capaz y este blog es el ejemplo. No, no me gusta lo que veo a mi alrededor: lo capto, lo analizo, lo disecciono y traduzco mi disgusto en pequeñas entradas en un blog que con un poco de suerte leerán mi madre y mi prima, si es que no tienen nada mejor que hacer. Y eso es todo. Aquí acaba mi lucha. Y lo que me preocupa es que intuyo que como yo, miles. Porque nos han educado para identificar lo que no es adecuado, pero nadie nos ha enseñado a luchar contra ello...no conviene alimentar el germen de la rebelión. Curiosamente, parece que en la cultura musulmana sucede todo lo contrario. Su alarma de la injusticia no solo se enciende, sino que impulsa el movimiento. Entonces ¿es la religión, en último término, lo que condiciona las formas de reaccionar frente a la tiranía y el abuso?

Seguiré dándole vueltas...mientras tanto, aquí dejo algunos de los artículos y blogs a los que me he referido al principio.

http://www.elconfidencial.com/espana/2011/espana-corre-peligro-sufrir-revueltas-arabes-20110219-75073.html

http://www.elmundo.es/elmundo/2011/02/19/espana/1298115916.html

http://nosoloestastu.blogspot.com/

http://quetienedemalolalibertad.wordpress.com/

lunes, 7 de febrero de 2011

érase una vez la mediocridad


A veces, el mundo da señales de haberse vuelto loco. Y la tele es el mayor síntoma. Ayer a las 23:15h La Sexta estrenaba su nuevo programa, “Princesas de barrio”, justo después de habernos brindado el lujo de escuchar al maestro Iñaki Gabilondo en el espacio que Jordi Évole utiliza para la crítica social nada despreciable. Evidentemente, el cambio fue devastador. En un instante pasamos del ingenio, la elocuencia y la diplomacia de un maestro del periodismo a la exaltación gratuita de la más absoluta vulgaridad y garrulismo. Y ni siquiera tuvieron la delicadeza de colocarnos un solo anuncio de por medio para que nuestros cerebros pudieran cambiar el chip con la suficiente antelación como para establecer que cada programa pertenece a un estadio mental distinto.

Y ahí estaban: seudo-actrices forzadas a hablar como Belén Esteban porque, según parece, lo que vende ahora es atentar al lenguaje deliberadamente; exponiendo sus vidas e intimidades sin ningún pudor, exhibiendo una realidad claramente marcada por un guión que se esfuerza por acercarnos a estas incultas prefabricadas con algún objetivo oculto que aún trato de averiguar. ¿Qué pretenden con este programa? ¿cuál es el fin maquiavélico que nos están escondiendo esta vez? ¿quieren normalizar o, peor aún, ensalzar la ordinariez en vista de que ese es el futuro al que se encamina inevitablemente nuestro país? ¿quieren acallar a aquellos que se quejaron de la inadecuación de un programa como “Mujeres ricas” en tiempos de crisis? O, sencillamente, ¿La Sexta ha terminado cayendo en las tentadoras garras de la tele-basura, fábrica de estereotipos y personajes decadentes?

Por otro lado, “Princesas de barrio” es una nueva contribución a la deformación de este término, que hasta hace poco, al menos para mí, sugería feminidad, fragilidad, elegancia y un cierto encanto. Hoy ser princesa ya no tiene misterio, ha perdido toda su connotación mágica y evocadora. Ahora las princesas ya no besan a los sapos. Ahora los sapos son princesas con tetas de silicona.

miércoles, 2 de febrero de 2011


Qué miedo. Qué miedo el telediario, los periódicos. Qué miedo Internet, qué miedo el Facebook. Qué miedo el mundo. El progreso es cada vez más aterrador y el pasado se muestra cada vez más cuerdo. Dan ganas de pulsar el botón de PAUSA y detenerlo todo tal cual está, porque por lo menos de momento aún quedan mentes pensantes, independientes y con criterio capaces de entrever la perversión y mezquindad de esas otras mentes que gobiernan nuestras vidas. Es el caso de autores como Nicholas Carr (http://www.elpais.com/articulo/portada/mundo/distraido/elpepuculbab/20110129elpbabpor_3/Tes ) o el más conocido Julio Anguita, por ejemplo, que con sus declaraciones en forma de debate, libro, artículo o entrevista, hacen que parezca que aún estamos a tiempo de salvarnos del desastre porque aún queda vida, no solo inteligente, sino también inconformista y crítica.

En vista de cómo avanza nuestro sistema perfecto de manipulación, es más que probable que el día de mañana no quede ni rastro de estas mentes y nos hayamos convertido por fin en el conglomerado de individuos sin identidad ni intimidad que se espera que seamos. Qué miedo.

pico y pala

¿Y si no sé decir lo que quiero? ¿y si no sé lo que quiero decir? En el armario donde solía guardar mis herramientas ahora solo encuentro trastos polvorientos, juguetes anticuados. Quizá sea cosa de la edad. Subí tantas veces a la misma noria caprichosa que mis pies se olvidaron de cambiar el rumbo. Y ahí me quedé: atascada entre margaritas de mimbre y letras de alambre. Justo en medio. Justo donde empiezan todas las películas cuyo final no interesa ni al acomodador. Y es probable que, mientras queden palomitas, no me mueva de aquí. Que el buen maíz va muy buscado y sería absurdo renunciar por un poquito de azúcar como el de antes. Además, como diría alguno de esos maestros de los que ya no quedan: “es cuestión de práctica”. Y en eso estamos; pico y pala.