viernes, 19 de julio de 2013

Conversaciones de ascensor



Fue ayer. Y se le escapa una sonrisa al recordarlo. No lo puede evitar y no lo evita. Se está acostumbrando a sonreír cuando nadie mira y a que miren cuando no tienen permiso. Le gusta lo suyo. Sabe a esos caramelos de coca-cola que dejan un regusto dulzón en la boca. La pelea del quiero y el puedo que se resuelve con poesía y alguna promesa ambigua. ¿Se puede? Lo que diga el perro pirata. Y seguro que Coca-Cola se tiene que escribir con mayúsculas, pero las mayúsculas siempre anuncian peligro. Peligro o sensación de vivir. Y así el círculo se cierra, como en un buen examen, de esos que no se copian. Hasta el bol-año que viene.

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