Un paréntesis con sabor a sal. Entre coma y coma, se abre una ventana, se despierta el gusanillo y, justo antes del punto y seguido, empiezan a dibujarse las primeras notas de una salsa picante sospechosamente adictiva. Nubes y claros. No se puede bajar la guardia y mucho menos subirla, que eso seguro que nos acaba costando dinero y el dinero genera desconfianza y la desconfianza ya tiene los humos muy subidos últimamente. Qué alegría, qué alboroto. Pero a mí nunca me toca el perrito piloto. Atascada entre los dos puntos, espero la enumeración perfecta que borre los signos de interrogación que atacan a palabras inocentes y las encierran en la eterna duda. Vida en cursiva, tan sencillo como eso. No pido MAYÚSCULAS y tampoco necesito subrayar mis días. Es este guión que me está volviendo loca. Uno puede pensar que la pizza ya está hecha cuando el microondas hace piing, pero ¿desde cuándo los microondas saben de metafísica? Será una aplicación nueva del Iphone. Yo preferiría llamarlo “curiosidad”, entre comillas, claro.
domingo, 3 de abril de 2011
actitud
Un paréntesis con sabor a sal. Entre coma y coma, se abre una ventana, se despierta el gusanillo y, justo antes del punto y seguido, empiezan a dibujarse las primeras notas de una salsa picante sospechosamente adictiva. Nubes y claros. No se puede bajar la guardia y mucho menos subirla, que eso seguro que nos acaba costando dinero y el dinero genera desconfianza y la desconfianza ya tiene los humos muy subidos últimamente. Qué alegría, qué alboroto. Pero a mí nunca me toca el perrito piloto. Atascada entre los dos puntos, espero la enumeración perfecta que borre los signos de interrogación que atacan a palabras inocentes y las encierran en la eterna duda. Vida en cursiva, tan sencillo como eso. No pido MAYÚSCULAS y tampoco necesito subrayar mis días. Es este guión que me está volviendo loca. Uno puede pensar que la pizza ya está hecha cuando el microondas hace piing, pero ¿desde cuándo los microondas saben de metafísica? Será una aplicación nueva del Iphone. Yo preferiría llamarlo “curiosidad”, entre comillas, claro.
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