Duelen los dardos ignominiosos de un lunático contrabandista de amores inexistentes. Solía decir que más vale engañar que traicionar. Y que no te pillen mascando canciones de un ayer que pincha por todas sus esquinas.
A veces lo único que devuelve el color a las tortillas y a los cepillos de dientes es el sonido de un timbre cuando las revistas están abiertas. Tal vez sea mejor dejar la puerta entreabierta.
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