Cometí el error de enamorarme de una princesa. Los peores errores son los que cometemos involuntariamente, los que no podemos controlar. Aunque lo mismo sucede con los grandes aciertos.Yo aún no alcanzo a determinar si lo mío fue error o fue acierto o si, simplemente, acerté equivocándome.
Jamás le escribí un poema, jamás.
Nunca soñé con ella, ni la observé en silencio; ni siquiera imaginé cómo sería acariciar su piel o besarla.
Pero la amaba.
La amaba tanto y la soñaba tan poco que enfermé.
Y mi piel se volvió cada vez más dura.
La amaba tanto y la imaginaba tan poco, que mis ojos empezaron a mutar su forma y color, adquiriendo un nuevo aspecto amarillento.
La amaba tanto y la toqué tan poco que mis extremidades desarrollaron formas monstruosas y protuberantes.
La amaba tanto que nunca la besé. Y mi boca empezó a arder.
Tanto la amé que nunca pude amarla. Tanto la cuidé que vinieron a rescatarla.