domingo, 7 de julio de 2013

Me pido pasillo




Películas. De las malas. De las que solo te quedas con las palomitas. Películas cuyo protagonista te cae mal desde el principio pero te dejas llevar por la banda sonora y terminas por identificarte con él. Películas con un guión tan predecible que solo puede ser falso. Películas de bajo presupuesto que te acaban costando más que una simple entrada. Películas en las que ni siquiera la acción compensa unos diálogos tan repetitivos que pierden su significado a medida que el maquillaje se va deshaciendo. Sin subtítulos. Sin comentarios. Películas llenas de defectos especiales. Tomas falsas que jamás deberían haberse registrado. Decorados pretenciosos que crean ilusiones ópticas. Especialistas en caídas y recaídas. Actores del montón, actrices que siguen pensando que las eligieron por su talento mientras se secan la boca con la última página del guión. Adaptado, claro. Ya no queda nada original, forma parte del origen de todo esto. Siempre podemos disimularlo todo con una buena postproducción y decirle a la prensa que no es lo que parece.

¡Corten!

Demasiado tarde.

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