Lo que le pasa es que ha tenido
demasiado tiempo para conocerse y gustarse. Se ha mirado tanto que ha borrado
los espejos. Él es su mejor espejo. Tan concentrado en enamorarse de sí mismo
que olvidó que amar es un verbo que se conjuga en plural. Tan enredado en las
palabras que jamás entendió que la boca también sirve para besar.
El mendigo de lujo, el traductor
de cuentos chinos, el de las lágrimas de quita y pon. Escaparate de diplomas
que malgasta experiencias, colador de buenas intenciones que solo sabe cantar
su canción. Se la sabe de memoria, eso sí. Fachada de cartón piedra. Mejor de
plástico, que es más caro.
Que levante la mano el que no
haya asistido aún a alguna de sus interpretaciones. ¿Le damos el Oscar? A la de
una, a la de dos, Y! a la de tres… ¡adjudicado!
Pues su mayor desgracia es no tener una boca más grande para poder besarse a si mismo o contar mentiras más grandes!!!! el mendigo del lujo es un buen actor. Un seductor de si mismo, malabarista de palabras que se repiten y que se comen las de los demás. Sordo y ciego necesita de algodones para moverse en las nubes. Yo voto si. El Oscar. La mejor interpretación: la de su propia vida. El "papel de su vida" nunca mejor dicho. Pero y yo me pregunto... sin público, ¿qué sentido tiene el teatro momö?
ResponderEliminar