Hábleme de las matemáticas. No. Mejor te las
cuento. Que lo mismo se cuenta una historia que hasta diez. No, diez historias
no. Ni 10. Lo primero es lo primero y el orden de los factores no altera el
producto, así que donde caben dos, caben 3, pero nunca tres, que ya ocupan
demasiado. El problema es de raíz y
habrá que enfocarlo desde otro ángulo para evitar que se eleve a su máxima
potencia. Está claro que lo de los catetos no ayuda, pero siempre podemos
salirnos por la tangente y de paso tocar algún seno de refilón. Mejor aún: un
coseno. A malas nos conformaremos con el resto o el residuo, que no necesitan
operación y no se andan con hipótesis. Al fin y al cabo, la incógnita ya la
despejó Sabina: dos no es igual que uno más uno.
lunes, 19 de agosto de 2013
viernes, 9 de agosto de 2013
Nada
Ese barquito. El barquito chiquitito. Sí que sabía navegar, lo que le faltaba era el ancla. Solo puede sobrevivir en la superficie si tiene un buen anclaje en las profundidades. Los vientos y los cambios de marea no pueden manejarse sin un amarre en lo más hondo, en la parte oscura, donde nadie toca.
Pasaron un, dos, tres, cuatro, cinco, seis semanas...a veces es solo cuestión de tiempo. Tiempo traidor que se extiende y se comprime, se balancea sobre un mar tan cambiante que despierta hoy a las sirenas, mañana a los tiburones. Todo depende de si elegiste remar o dejarte llevar a la deriva.
En cualquier caso, nada.
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